Hace poco tuve que participar de manera obligatoria en un concurso en el que había que escribir una historia en 30 o menos líneas: un microrrelato.
Yo decidí escribir una historia drámatica. ;( He aquí:
La Bestia
Nombre y apellidos del candidato:
Pedro José Alemañ Quiles
Título de la obra del participante:
La Bestia
Categoría: Delibes
Centro: Laude Newton College
Relato:
Alberto fue un hombre que vivía la vida a
través de los ojos de un borracho empedernido. Su día a día consistía en levantarse
e ir del sofá a la nevera y de la nevera al sofá. Al estar en paro tras haber
perdido su empleo como basurero nocturno por ir ebrio al trabajo, se sentaba en
el sofá viendo cualquier cosa que echaran en la tele. Pero, tristemente, en ese
acto nunca faltaba una cerveza en su mano.
Él tenía una mujer y dos hijas. La madre de
las niñas se llamaba Raquel, su hija mayor Elena y la pequeña de la casa aún
estaba por llegar. Respecto al resto de su familia, él ya no sabía nada puesto
que cuando era un joven de diecinueve años tuvo un altercado con la policía.
Pero, su familia quería entregarle por su bien, este, se escapó dejando atrás
toda su vida.
Actualmente, él, estaba cobrando el paro, un
dinero que no le duraría por siempre… Esto sin embargo, era justo lo contrarío a
lo que su naturaleza potenciada por el alcohol, su narcótico imprescindible,
creía.
Tenía deudas… a montones! Las tenía con
hacienda; con bandas; con su antiguo amigo Arturo, quien ahora, tenía ansias de
matarle de la forma más sangrienta posible por sus actos…
Como de costumbre a él le daba igual, así
que a cosa de las diez y media se fue a la tasca de siempre donde pidió el
mismo ron de siempre hasta que el alcohol le proporcionara la alegría que
deseaba.
Esa noche, bajo los efectos del elixir que
recorría sus venas trayendo tristeza con si, condujo hacia su casa donde su
mujer le esperaba despierta. Cuando este llegó, saco a su hija de la cama y le
dijo que la vida era muy dura. En el acto, le dio a su mujer una sádica paliza
de muerte. A este inútil borracho no le parecía suficiente como limite ver como
la sangre de su, una vez amada esposa, impregnaba sus nudillos ahora asesinos.
Después, cogió una magnum y se despidió del cruel mundo que le había maltratado
y jugado con él cual marioneta. El humano se había convertido en bestia.
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